Un don especial con el que se nace, videntes de nacimiento
La persona que goza con los dones de la videncia es en sí mismo un misterio. Su vida está sembrada de anécdotas del poder que los asiste. Tener un conocimiento que anticipe el futuro, en sus aspectos más descriptibles con palabras (la partida de un ser querido, un matrimonio próximo, la muerte de un familiar etc.), es muy perturbador.
El vidente de nacimiento parece ser un instrumento del destino para orientar a la comunidad. Podría decirse que usa los mismos medios convencionales de todos pero es capaz de situarse en un plano superior de conciencia. Es esa posición lo que le asiste para poder anunciar el futuro.
La infancia, la etapa creativa y libre
La infancia es el momento de la vida en que la mente está más receptiva para experimentar estas capacidades. Lejos de hábitos de pensamiento socialmente aceptadas se rige por una libertad máxima donde se exploran todos los límites de la fantasía y la imaginación.
En esta etapa de paso es cuando es más fácil descubrir capacidades ocultas. La experimentación y el estudio asientan estas capacidades para ser en la edad adulta cuando producen sus frutos más continuos.
Los niños tienen una capacidad innata para ver cosas que los demás no pueden ver. Los amigos imaginarios, las hadas y los duendes tienen en su mente una presencia real. Muchas familias han sentido el escalofrío de constatar que lo que anunciaba el niño se produce.
La videncia de nacimiento para ser pionero en una nueva realidad
El universo tiene dimensiones que apenas hemos empezado a explorar. Las ciencias naturales avanzan día a día por un camino que los ha llevado a relativizar muchas evidencias físicas. Los videntes de nacimiento tienen una cualidad especial para activar percepciones especiales. Son testigos de una realidad paralela que para el resto de mortales no existe. Desde ella pueden anunciar sus visiones que son distintas de la imaginación, el vidente aprecia la diferencia entre ambas. Es la activación de un circuito especial que los conecta con otra realidad desde la que el futuro se aprecia como la luz que alumbra el presente.